DON CRISTAL (GLASS)

Antes de comenzar, quien no haya visto la película que ande con ojo antes de continuar, por si algo se le pudiera destripar. Y antes de verla, por El Protegido (Unbreakable) habrá de empezar y, seguido, Múltiple (Split) habrá de visualizar.

La contundente calma

¡Oh, Igor! ¡Perturbado me hallo, pues he contemplado una obra que me ha dejado anonadado! Abrumado estoy por los personajes, los hechos, la narrativa, el desarrollo de los acontecimientos… ¡La historia, Igor! Su ritmo pausado, su sutileza furtiva, su susurro hipnótico; me postran cautivado. El inquebrantable avance de la trama, la inexorable inminencia que nunca acaba; me mecen extasiado.

Y he aquí, Igor, que llegamos a la culminación de una saga, que desemboca en una historia sublime, de desarrollo tranquilo, nada histriónico; que te sumerge en la psicología de los múltiples personajes con esos planos cerrados y subjetivos; que te imbuye de sus sentimientos, pensamientos y emociones; que te mantiene en una calma tensa y en una tensión contenida.

El páramo de las conclusiones

Se trata de una obra que, cuando termina, aún estás procesando lo que ha pasado, revisando lo que has visto, escudriñando en tus recuerdos fragmentos que has podido pasar por alto. Es, desde luego, una película que hay que ver más de una vez para captar los inadvertidos detalles que la convierten en una obra soberbia.

El final no es espectacular, ni épico, pero es épicamente espectacular cómo te quedas pasmado, pensando en que te acaban de volar la cabeza en mil pedazos. Sin explosión de sangre y vísceras, sin fuegos de artificio, en un silencio tranquilo… pero te han volado la cabeza.

La historia está tan proverbialmente entretejida que te clava a la silla sin poder apoyar la espalda, porque instintivamente te vences hacia adelante debido a la tensión y el interés. Parece progresar en un imperceptible pero imparable in crescendo, hacia un sereno apogeo, en el que parece que sólo se oye el viento ulular y los estepicursores rodar.

Inmersión subjetiva

Es una obra magistral. Incluso la parte más espesa, menos llevadera, más lenta, tiene un propósito que la convierte en magnéticamente interesante. Esa parte más pausada y menos emocionante está pensada para sumergirte en los personajes; para ser convencidos, ellos y nosotros, de que no somos los seres extraordinarios que realmente somos. Y eso requiere tiempo y reposo, para establecer la conexión.

La exaltación y la profundidad

Es maravilloso cómo cala el mensaje que desprende la película, de cómo la sociedad trata de acabar con, y socavar a, aquellos que destacan o sobresalen. Una sociedad que intenta normalizar a quienes no se ciñen a los cánones establecidos; un paraíso de mediocridad.

La historia no versa sobre superhéroes, sino que reivindica la fe en uno mismo, en lo extraordinarios que podemos ser y en las portentosas cosas que podemos llegar a hacer. Que no desmerece quien no forma parte de la masa o quien no encaja en la ecuación. Y que muchas veces el sufrimiento y la frustración generan monstruos que afloran con el propósito de sobrevivir en el mundo hostil, pero que no impiden aspirar a una mejor versión de nosotros mismos.

Trata sobre ir más allá de nuestros límites, de los autoimpuestos, de los impuestos por los demás y de los de la misma lógica y realidad; sobre romper con las ataduras que nos confinan y explotar todo nuestro potencial, ajenos a la mundanidad; sobre dejar atrás nuestros miedos; ¡SOBRE SER LIBRES!

Los arquetipos de la posthumanidad

El inquebrantable hombre de bien. El frágil genio del mal. La fragmentada horda buscando legitimidad. Cada uno de ellos con un propósito que llene de significado sus vidas. Confrontados entre sí; chocando en la confluencia; empatizando en su divergencia; y enfrentados a una situación que les pretende atenazar y denegar su excepcional esencia.

Y, todo esto, nada sería sin el magnífico elenco de personajes que completan, sazonan y encauzan toda esta historia: los salvadores de los salvadores.

Planes dentro de planes, para un final fatídico aventurar.

El Reflejo de un Espejo… de Cristal

¿Sabes, Igor? ¡Don Cristal, el amo del mal, es un tipo fenomenal! ¡Hay tanto que admiro de él! ¡Es un genio, como yo! ¡Sin escrúpulos, como yo! ¡Obsesionado con una meta imponderable, un objetivo inalcanzable, un logro sin parangón, como yo! ¡Que desafía al mismo Sino sin importar las consecuencias, las víctimas o la temeridad; con tenacidad, efusividad y férrea convicción, como yo! ¡Un genio en pos de su creación, de su trascendentalidad… como yo!

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