La caza

Seguro que alguno de vosotros habéis creído que me estaba refiriendo al clásico de Carlos Saura de 1965, pero lo cierto es que se trata de una película danesa dirigida por Thomas Vinterberg, sobre cuya película Celebración ya he exhibido mi admiración y de cuyo manifiesto Dogma´95 (junto a Lars Von Trier) ya os he hablado en previas ocasiones.

Lucas y Klara antes de que todo estalle

Lucas y Klara antes de que todo estalle

La caza es la segunda película que veo de este joven director danés (dirigió Celebración en 1998 con tan solo 29 años, ganando el Premio Especial del Jurado de Cannes) y gira alrededor de Lucas, un profesor de párvulos de una pequeña comunidad danesa, que es acusado de cometer abusos sexuales sobre Klara, la hija pequeña de Theo, su mejor amigo.
La interpretación de Annika Wedderkopp como la pequeña Klara, una niña con déficit de atención por parte de sus padres, es de lo más brillante que he visto en alguien que rondará los 7 años. Klara descarga en el personaje de Lucas sus carencias afectivas, encontrando en el profesor y amigo de sus padres la atención de la que carece en su casa. Esa relación lleva a la niña a expresar equivocadamente sus sentimientos, entregando a Lucas un corazón y besándole en los labios mientras todos los niños juegan en la escuela.

Annika Wederkopp es todo un descubrimiento

Annika Wederkopp es todo un descubrimiento

La reacción de Lucas, explicando a Klara que esa actitud no es la correcta y que debe reservarla para otros chicos de la escuela o para sus padres, desencadena en la niña un sentimiento de frustración que libera denunciando falsamente a su profesor por haberle mostrado los genitales. Convenientemente, el hermano de Klara y un amigo suyo, ya habían mostrado antes a la pequeña una imagen pornográfica que permitiera que la denuncia de la niña tuviera algún tipo de fundamento y que expresara cosas difíciles de saber por un niña de su edad si no fuese cierto lo que narra. Es una de las trampas que tiene el guión que firman el propio Vitenberg y Tobias Lindholm, con quien también coescribió Submarino, su anterior película.

A pesar de todo ello, toleramos algunos de estos detallitos porque Vitenberg tiene claro lo que quiere contarnos y lo hace con pulso sereno y frío (en un sentido positivo), sabedor de que un personaje como el que interpreta Mikkelsen causa empatía inmediatamente en el espectador; no en vano la injusticia es uno de los sentimientos que mueve con más fuerza a la identificación, y La caza se esfuerza en que no exista el más mínimo atisbo de duda sobre la inocencia de su protagonista.
Enseguida nos ponemos en la piel de este hombre injustamente atacado, primero por Grethe (la directora de la escuela) e, inmediatamente después, por todo el tejido social que compone la comunidad en que reside.

Porque lo que pretende esta película es hablarnos del peligro de los juicios paralelos y de una sociedad donde la siembra de una duda ya significa que es la inocencia lo que hay que demostrar, en lugar de la culpabilidad. Lucas, así, se disuelve entre las acusaciones de los personajes de su comunidad; especialmente dolorosa la de su amigo Theo, el padre de la niña, quien no se termina de permitir dudar sobre la culpabilidad de quien era su mejor amigo.
Theo, por cierto, está soberbiamente interpretado por Thomas Bo Larsen, uno de los actores fetiche de Vitenberg y quien ya bordara el papel de hermano explosivo en Celebración.

Anne Louise Hassing junto a Thomas Bo Larsen, los padres de Klara

Anne Louise Hassing junto a Thomas Bo Larsen, los padres de Klara

Vivimos en una sociedad donde la presunción de inocencia ha perdido todo su valor fuera un tribunal; sociedad de información inmediata y juicios sumarios, públicos la mayoría de ellos, y en la que destrozar la vida de una persona es tan sencillo como sembrar una pequeña duda. Bruun es el único de los amigos que conserva la fe en Lucas desde el inicio hasta el fin, a excepción de su propio hijo, quien también sufre la injusticia en sus propias carnes (en la compra o en su visita a Theo)

Dolorosa escena en el jardín bajo la lluvia, cuando Lucas recibe a Bruun, y donde asistimos a la crueldad de la que es objeto un hombre que ha sido absuelto por la ley pero no por los miembros de su comunidad; y remarcable la tensión que se construye en la iglesia, con Mikkelsen desbordándose y traspasando la pantalla (justo premio el obtenido en Cannes al mejor actor). Es ahí cuando dirige su mirada a Theo, a su amigo, a quien perdió su fe en la amistad que les unía; y es esa la mirada que escoge Vitenberg para llamarnos desde el cartel promocional, para que no olvidemos que todos nosotros podemos ser como los personajes de La caza, y ser incapaces de sostener la mirada de cualquier otro Lucas, a quien ya hayamos condenado.

Mads Mikkelsen en el cartel promocional de la película

Mads Mikkelsen en el cartel promocional de La caza

Mención aparte para la última escena, un epílogo bastante brillante a la narración, donde queda clara que la puerta a la esperanza está cerrada en una sociedad podrida e injusta como la nuestra.

 

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