Sticky Fingers – 50 años después

Esta semana leí un artículo donde hablaba de portadas míticas de discos de rock. Mencionaba el Sticky Fingers de los Rolling Stones, del que decía que su portada había trascendido a su música, no importando esta última, sino sólo su portada.

Esa afirmación me pareció una blasfemia, pero dándole vueltas es cierto que, para alguien no demasiado ducho en el rock setentero o en la amplia obra de los Rolling Stones, este disco puede pasar desapercibido, sobre todo cuando el consumo de música actualmente viene en forma de playlists más que de discos.

Por ello, y aprovechando que este disco cumple 50 años, voy a intentar situarlo en contexto y a comentar un poco su contenido.

Sticky Fingers se editó en 1971, y es la pieza central (cronológicamente hablando) de la que muchos consideran la Santa Trinidad de discos de estudio de The Rolling Stones, completada con Let It Bleed (1969) y Exile On Main Street (1972).

En esa época los Stones eran la banda más importante del rock. Los Beatles ya habían desaparecido. Hendrix, Joplin y Morrison habían fallecido recientemente o estaban a punto de hacerlo, y estaban surgiendo muchas bandas jóvenes, comandadas por Led Zeppelin, que reclamaban parte del trono del rock actual, pero que aún no tenían el status de megaestrellas de los Stones.

Sticky Fingers fue el primer álbum que editaron los Stones a través de su propio sello discográfico, dado que su manager, Allen Klein, había jugado sucio con su anterior discográfica, birlándoles prácticamente todos los derechos de sus obras anteriores y dejándoles económicamente muy tocados. A raíz de ello es por lo que, para su siguiente disco, se fueron todos a vivir al sur de Francia, dado que no eran capaces de pagar todos los impuestos que les reclamaba el fisco británico, y por eso llamaron al disco Exile On Main Street.

Comentemos la portada, de la cual hablaba el artículo que me inspiró. Se trata de una creación de Andy Warhol que muestra la entrepierna de un modelo (no, no es Mick Jagger). Originalmente, el vinilo venía con una cremallera que se podía subir y bajar. Este diseño parece que era demasiado explícito para las autoridades franquistas españolas, que lo sustituyeron por unos dedos saliendo de una pringosa lata. Hoy día los vinilos con la portada española son una codiciada pieza de coleccionista. En este disco aparece también por primera vez el logo de la lengua, que mucha gente también acredita a Warhol. Pero realmente se trata de un diseño de John Pasche y Craig Braun.

Vayamos a lo realmente importante, la música. En el disco aparecen las siguientes 10 canciones, en este orden. Cara A: Brown Sugar, Sway, Wild Horses, Can’t You Hear Me Knocking, You Gotta Move. Cara B: Bitch, I Got The Blues, Sister Morphine, Dead Flowers y Moonlight Mile.

Más o menos se sigue la regla básica de los vinilos en cada una de las caras del mismo. Empezar con un pepinazo, bajar revoluciones a mitad de la cara, volver a subir y terminar en alto.

Brown Sugar abre el disco de una manera espectacular, y desde el mismo momento de su publicación ha permanecido en el imaginario colectivo como una de las canciones más reconocibles de los Rolling Stones, con su mítico riff tocado en sol abierto y su letra dedicada a las relaciones interraciales. Desde su edición se ha mantenido en su set-list de directo de manera prácticamente permanente. En esta canción el solo en vez de ser de guitarra es de saxofón, siendo reconocido como uno de los solos de saxofón más famosos de toda la historia (creo que solo Baker Street de Gerry Rafferty le puede quitar este título). El solo es interpretado por Bobby Keys, el “hermano” de Keith Richards. Ambos eran íntimos amigos y como curiosidad decir que nacieron separados por apenas unas horas de diferencia, aunque a más de 7000km uno de otro (Keith es de Darford y Bobby era de Texas). Bobby ya apareció en su anterior disco, Let It Bleed, tocando el saxofón en Live With Me, pero en Sticky Fingers su protagonismo adquiere cotas mucho más elevadas. Bobby siguió tocando con los Stones tanto en estudio como en directo desde entonces hasta su fallecimiento en 2014.

Si vamos a seguir hablando de Bobby Keys hay que hacerlo también de su genial interpretación en Can’t You Hear Me Knocking, donde lleva el peso solista en la segunda parte de la canción, que es una improvisación de estilo latino que podría haber formado parte de cualquier álbum de Santana en esa época. Pero es que antes de la improvisación final, en esa canción podemos escuchar el que posiblemente sea el mejor riff no ya de Keith Richards, sino de la historia de la música rock. Punto. Los 7 minutos y 14 segundos que duran esta canción son oro puro. Cuenta la leyenda que la segunda parte de la canción, la jam de “latin jazz”, fue totalmente improvisada en el estudio, y que alguien debería haber parado la grabación pero no le dio al botón de stop. Escuchando lo que salió de ahí yo no me creo esa historia, pero no deja de ser una bonita leyenda.

Otra de las joyas de este disco es Wild Horses. En este caso nos encontramos ante una preciosa balada de inspiración country, de un estilo que hoy llamaríamos Americana. Una canción simplemente perfecta. Mucho se ha escrito sobre la autoría de este tema, dado que a finales de los 60’ Keith Richards estableció una gran amistad con Gram Parsons, un jovencito músico de country que en aquellos momentos estaba tocando con The Byrds. Ambos se influenciaron mutuamente en el aspecto musical. Los Stones compusieron en esa época muchas canciones que podríamos catalogar de country, y Parsons dejó los Byrds para formar los Flying Burrito Brothers, con los que perfeccionó el Cosmic Country que ya había comenzado a esbozar con los Byrds en el maravilloso y seminal Sweetheart Of The Rodeo. El caso es que en el segundo disco de los Flying Burrito Brothers, titulado Burrito Deluxe (de 1970, un año antes de publicarse Sticky Fingers), aparece Wild Horses, acreditada a Jagger/Richards. Esto ha hecho que muchos fans de Parsons nos hayamos preguntado durante mucho tiempo si éste participó directamente en la composición de esta canción. Parece ser que no, dado que Wild Horses es realmente más de Jagger que de Richards. Pero la influencia de Gram Parsons en discos como Sticky Fingers o Exile On Main Street (Parsons estuvo alojado con los Stones en la casa de Richards donde se grabó el Exile durante la grabación del mismo) es evidente.

Otro de los temas destacables de este disco es Bitch, un soul-rock sucio, lleno de groove, con unos vientos de clara herencia Stax. Recordemos que los Stones giraban por aquellos años con muchos de los grandes del soul por Estados Unidos. En la gira anterior a la grabación de este disco, por ejemplo, llevaban de teloneros a Ike and Tina Turner, y la influencia en canciones como Bitch parece evidente.

No quiero continuar sin hacer mención al trabajo de Mick Taylor, dado que éste es el primer álbum en el que participaría como miembro de pleno derecho de los Stones. En Let It Bleed se escucha su guitarra en una o dos canciones, pero en Sticky Fingers ya es un Stone más. De todos los guitarristas que han pasado por ese puesto (Brian Jones, Mick Taylor y Ronnie Wood), Taylor posiblemente sea el que menos haya aportado a nivel compositivo pero más lo haya hecho a nivel meramente guitarrístico, y los discos en los que participó destacan entre los mejores en la amplia discografía de los Stones.

Un peldaño ligeramente por debajo de las canciones que hemos comentado hasta ahora se encuentran Sway, I got The Blues, Dead Flowers o Moonlight Mile. De Sway dijo una vez Keith Richards que es lo que pasa cuando le dejas a Mick Jagger tocar la guitarra, pero que la sorna de Richards no os permita no disfrutar de este tema de r&b sudoroso y descarnado.

I Got The Blues es una delicada y etérea balada con una impecable interpretación vocal de Jagger que se torna desgarradora cuando la intensidad de la canción sube enteros.

Dead Flowers es un rock campestre de 3 acordes aparentemente sencillo pero muy resultón y que también ha permanecido como una de las preferidas del público durante años.

Moonlight Mile es un blues oscuro que tampoco habría sorprendido de haber aparecido en el Their Satanic Majesties Request de 1967, con esas melodías cuasi orientales, aunque realmente suena más maduro, tanto a nivel de producción como compositivo, que las canciones de aquel disco, a pesar de separarlas tan sólo 4 años.

El disco se completa con You Gotta Move, un blues rural estilo delta de Mississippi Fred McDowell interpretado con mucha clase, pero que no deja de ser algo casi anecdótico dentro del disco, y Sister Morphine, en la que aparece también acreditada Marianne Faithfull (que fue la mujer de Jagger hasta 1970), y en la que la voz de Jagger y la guitarra slide de Ry Cooder (músico de sesión habitual de los Stones en esa época) angustian e hipnotizan al oyente hasta sumergirlo en el trance de la drogadicción en poco más de 6 minutos.

Tal vez nos encontremos ante un disco con canciones no tan redondas en conjunto como en su anterior obra, Let It Bleed, ni tan compacto a nivel global como su siguiente trabajo, Exile On Main Street. Pero Sticky Fingers siempre ha sido un favorito de crítica y público, siendo considerado por muchos como el mejor disco de los Stones.

Espero que con este artículo os hayan entrado ganas de sumergiros en esta maravillosa obra si es que no lo habíais hecho nunca antes, más allá de esa mítica portada.

Keep on Rockin’!

Dr. Pretorius

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